miércoles, 29 de agosto de 2007

London, Londra, Londres

¡¡¡¡Por fin!!!! Lo sé, hace ya más de un mes que fui a Londres por primera vez y aún no he escrito sobre ello... shame on me. El caso es que como he hecho unas 4 ó 5 visitas "fugaces" a la city, pensaba un poco reunir mis experiencias para hacer más rico el comentario. El problema es que dado el tiempo que ha pasado, los detalles se han mezclado un poco con mi día a día desde entonces, por lo que tendré que escribir algo un poco a grandes rasgos. Bueeeeno, ya sé que muchos leéis y pocos comentáis (ais aisss, esa timidez...) pero os cuento igualmente y pese a que en persona ampliaré detalles, como es lógico.

A hora y poco de Cambridge Station, el primer lugar que vi de Londres fue la estación de tren de Liverpool Street (bastante llena de gente y con muchas tiendecitas, pero en ese plan donde esté Príncipe Pío...), y la primera persona a la que vi fue Alberto , que me esperaba con una cookie debajo de las pantallas de arrivals y departures (todos sabemos que diez minutos de espera en una estación con bakeries cerca es un peligro). De ahí, lo primero fue ir a por el libro gordo de Petete (uséase, a guide to England) y justo después rumbo a la Tower of London y el Tower Bridge en pleno día lluvioso, típicamente inglés. Pudimos ver la torre por dentro: el palacio donde vivió Henry VIII, la capilla donde está enterrado Sto. Tomás Moro, entre otros, el foso, las cuervos que custodian el lugar... y lo mejor fueron los comentarios del Yeoman Guard, un hombrecito con gorro y elegantemente vestido de rojo-cortina-terciopelo (todo uno) con el emblema de la reina Elizabeth II y que se dedica a hacer del tour todo un espectáculo digno del club de la comedia, ¡merece la pena! (sobre todo si a alguien le suena el móvil...jejeje) Después de esto y de sufrir las incidencias reglamentarias del metro de Londres en fin de semana (engineering works all over...), logramos llegar a nuestros destinos: el de Alberto ir a trabajar al Café Nero (esto es publicidad subliminal, ¿eh? os lo digo en confianza, jajaja) y el mío encontrarme con mi amiga Ana en Westminster, donde aproveché para ver el Big Ben y las Houses of Parliament, la abadía de Westminster y la catedral de Westminster al final de la calle Victoria. La catedral me impresionó porque no me esperaba algo de estilo ítalo-bizantino, como tan mediterráneo, en medio de una ciudad tan impasible como es London... Y de allí a -esta vez sí- lo más puramente inglés a ojos extranjeros: el Buckingham Palace, con los consabidos jardines/parques que lo rodean: el Green Park y el St James' Park, ambos alucinantes como todo lo verde en Inglaterra. De vuelta a Cambridge en el autobús con Ana, pudimos ver los "guettos" de la ciudad, donde nada tiene que ver con la sofisticación y el lado más in de la capital.
Mi segunda visita a Londres fue para ver a mi hermano, que ya volvía para Madrid de su estancia de un mes en Gales. El hecho de que hubiera estado contrarrestando las horas de estudio (fue a hacer un curso) con la parranda, sumado a que iba con un amigo y que conocieron a otros tantos allí (parranda al cubo) hizo que me topara con una versión "ahorro de energía" de mi hermano, por lo que mucho turismo no hicimos, más allá de Oxford Street y Camden Market: lo primero fue muy convencional, nada que no encuentres en cualquier ciudad grande, ya que es una calle con muchas tiendas; lo segundo me alegré de verlo, porque es un "mercadillo" tan cutre que me dio la total convicción de que las próximas veces que fuera a Londres me ahorraría visitar esa parte. Y así transcurrió el día, tranquilo y en compañía de tres españoles hartos de lo british, extasiados y con ganas de volver a España a brazos de la comida de la mamma (ais...)
Volví a Liverpool Street de nuevo con mi amiga Maider un domingo soleado, ¡qué ilusión ver caras conocidas en otro país! y decidimos andar hasta la torre de Londres (creo...) pasando por toda la zona financiera y con el mapita en la mano. En no sé qué calle, pero a la altura de un número ciento cuarenta y pico, la lluvia decidió sorprendernos... sin paraguas (oops!), pero bueno, un poco de aventura (yujuuuu): nos mojamos un poquito, cruzamos en rojo por las prisas (error: volví a nacer porque allí además conducen por el lado izquierdo y nunca sabes por dónde vienen)... y entre una cosa y otra volvió a salir el sol y el día nos cundió como para ver Covent Garden, Harrods, el Soho (un Chueca londinense con el único encanto de una pastelería artística supertentadora o una "tienda de masajes express" en plan pop in and sit down for a 10- minutes massage y una bombonería increíble (La Maison du Chocolat) a cuya especialidad en chocolate negro no me pude resistir. Poco después de que Maider inmortalizara el momento en que posaba con mis chocolatitos en el escaparate (momento en el que un italiano se unió espontáneamente a la foto) pasamos al China Town, que consiste en un par de calles tomadas por tiendas, negocios y viviendas chinas cercadas por puertas como las que vemos en la tele (con su tejadito rojo, sus dragones...); aquí fuimos nosotras quienes nos acoplamos a unas niñas chinas junto a un escaparate de pollos que por alguna extraña razón nos llamó la atención (Maider, aquí es cuando tú dejas un comentario explicándolo, jajajaja) Vimos también Leicester Square (mmmm.... Ben & Jerry's chocolate waffle! ;) ) y Picadilly Circus, y aquí se acabó nuestra expedición del día, ¡que fue genial!
Con la visita de mis padres hace unas dos semanas, Londres volvió a ser referencia turística hasta el punto de que fuimos dos días, y vimos de todo un poco, lo que incluye todo lo anterior (en este punto ya podía hacer yo de guía) sumado al Portobello Road Market (una monada), el Regent's Park (una auténtica preciosidad), la orilla del Támesis que está frente a la Tower of London... No entramos a ningún museo por falta de tiempo y necesidad de priorizar, pero suplí esta carencia yendo este lunes al British Museum y ver algunas de sus maravillas tipo el Partenón, el monumento a las Nereidas, las momias egipcias, la piedra Rosetta, las cariátides... lo malo es que para ver ese museo necesitas 7 días y una audioguía que te amenice con chistes de Eugenio, porque sino acabas saturadísima.
Y bueno... esto es todo, diría yo. No sé si me dejo alguna cosa esencial pero siempre podéis sugerirme algo para que lo comente. El caso es que por fin he escrito sobre la famosa ciudad, de la que saco la conclusión de ser una ciudad con mucho que ofrecer y mucho tiempo que dedicarle. Merece mucho la pena pateársela. La recomiendo pero para ir con zapato cómodo, especialmente si queréis perderos el metro (yo lo haría) y pasear por el Londres auténtico :)

jueves, 23 de agosto de 2007

... and I miss you



Andar y andar y perder las calles de vista... Y no encontrar la estación no por la ceguera de la noche, sino por una mirada, por la de siempre (porque siempre ha estado ahí, sin yo saberlo) y por la de ese momento que se escurre de las manos. Sin ti ya no existe ni esa noche ni ninguna, ni ninguna mañana, qué más dan los tiempos concretos si tú te pierdes en la indeterminación de un día ilimitado, eterno por los ratos que desapareces e insignificante por el sinsabor de una ausencia siquiera provisional. Claro que se me rompe la mañana... se parte en dos cuando la cruzas sigilosamente desde la distancia; como cae también la tarde, estrepitosa, para recordarme la nostalgia que te tengo. Tan natural y evidente como quien tararea una canción o silba despreocupado, mi cabeza y mi corazón me cosquillean con un I miss you, con un I miss you a lot que nunca significó tanto y que ahora significa todo y me emborracha el día de ti. Cuando la claridad no logra despertarme algo me dice que hay otro día esperándome para cubrirlo de tu recuerdo y de tu anhelo, y donde el sol no alcanza llegas tú, para cambiar las sombras en luces de neón que me atraviesan para arrancarme una sonrisa imborrable que lleva tu nombre. Hay un Madrid que se queda, un Madrid que se va, un Madrid que no existe y un Madrid que no está, decían... el mío es el que se queda pero se me fue, el que existe en todas partes pero no está aquí, el Madrid que añoro y me parece lejanísimo pero muy cercano, acercándose paso a paso, borrándome la terrible soledad de tener a todos sin ti y a todo sin tus cosas. Permiso para no poder evitar todo esto... permiso para no perderte. Permiso para no cerrar los ojos... permiso para quererte.

martes, 21 de agosto de 2007

Acerca de "la yegua"...

El l7 de agosto publiqué en este blog un escrito de hace unos años titulado "la yegua", algo que escribí en medio de un mar de temas instrumentales que hicieron que las imágenes que ahora leéis fueran y vinieran a mi cabeza en forma de una prosa de lo que en literatura se llama stream of consciousness, de palabras y pensamientos que aparecen de repente como chispas, como luciérnagas en medio de un camino lleno de sombras centenarias.

Las interpretaciones de quienes se atrevieron a dar su visión al respecto hablaban de libertad, sueño y muerte, y me fue comentada también la idea de perder la inocencia, la sonrisa, la juventud del alma. La verdad es que siempre me parece muy interesante ver cómo de un mismo texto se pueden obtener interpretaciones tan diferentes, y me alegra saber que cada uno tenemos un universo de imaginación en la cabeza, de manera que unos y otros detalles, iguales en apariencia, toman una u otra dirección cuando añadimos nuestros ingredientes personales.

En fin... lo cierto es que aun así, todas estas interpretaciones tienen algo que ver, todas son ciertas en parte, porque son caras de una misma moneda en algún sentido. Esto quizá pueda quedar más claro cuando diga que el tema de este pequeño relato es en realidad la distancia. Libertad, sueño, muerte, renuncia... todo es poner tierra de por medio, todo implica una cierta desvinculación de algún lugar o estado, físico o psicológico, temporal o definitivo. Por diversas razones, para mí música y distancia tienen una relación tensa y a la vez mutuamente vinculante, de modo que el texto fue el resultado directo de cómo la buena música puede llevar a una muy, muy lejos.... o muy cerca, de cómo la imaginación se deja seducir por la realidad. No considero mi blog como un diario, aunque evidentemente tenga tintes de mi vida y de mí misma en ocasiones..., con esto intento aclarar más bien rasgos literarios que autobiográficos, y diré que yo lo leo teniendo en cuenta que (sí) como en un sueño y (sí) en busca de cierta libertad que nos redima del dolor de la distancia, usándola para (sí) intentar rebelarnos contra la evidencia del tiempo, que nos persigue a todos como un niño sin amigos.

Leed pensando en la distancia, en cómo la música supone un camino de ida y de vuelta, y en cómo es la yegua la que pone las pausas, los puntos y aparte... pero sin olvidar que muchas veces no es ella quien tiene la última palabra.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Eduardo

Esto lo escribí hace unos cinco años para dárselo a la que sin duda será una de las personas más buenas que habré conocido en mi vida, y que lamentablemente se fue cosa de un año después de esto, para dejarme a ratos la vida sin música. Sus ojos lo decían todo, porque su bondad no escapaba a la evidencia. Por lo que sigo acordándome, aquí va un poquito de aquéllo que él guardó en su cajón pero que aun así se llevó consigo, llorando como un niño...

Era un caballero de traje y corbata. Los surcos de su cara se me figuraban algunos de los muchos caminos tortuosos por los que tuvo que pasar, tácito, sosegado, templado como cuando los girasoles se vuelven delicadamente hacia el gran astro que les espera radiante. Y sin que se oyera siquiera un gemido ahogado, un suspiro, una palabra de consuelo… Mientras hablaba, sentado en aquella cama de hospital, intentaba hacerme a la idea de que mis ojos tienen algo de los suyos, de que yo le he robado un poquito de la sangre que lleva en sus venas, pero que estoy orgullosa de ello.

Y aquellos ojos llorosos, verde aceituna, me animaban a intentar adivinar cómo fue su vida antes de que todo cambiase, cómo cambió con los tiempos, qué le hizo tomar sus decisiones, cómo se fue haciendo él, poco a poco… en un tiempo en que su cincel, ágil y raudo por la tabla, buscaba alguna flor, una guirnalda… oropeles que no sólo quedarían ebanados en la madera, sino también en el recuerdo futuro de un hombre manso que se mantuvo en el filo de un naufragio pero que consiguió mantener la esperanza a flote.

Seguía hablando… parecían recuerdos oscuros en el fondo de un túnel, que bien podrían ser inalcanzables, desconocidos para siempre, pero que a la vez parecían ser rescatados de ese baúl rojo lleno de recuerdos y experiencias, que sólo puede abrirse con la llave correcta. Y yo escuchaba, iba buscándole mientras me preguntaba a mí misma qué fue del donaire de aquel rostro, por qué se lo llevó el recuerdo… Y aún me pregunto si se llevó algo más con él, si yo en realidad estoy conociendo a la misma persona que estuvo en ese taller hace tantos años, y si a quien conozco ahora es una sombra, o es quizá una caja de sorpresas…
-Sí, soy yo- dijo, y sonrió.

martes, 14 de agosto de 2007

¡¡Un premio, un premio!!


¡Muchísimas gracias! Hace pocos días recibí un premio ("Thinking Blogger Award") de manos del autor de uno de los blogs previa y merecidamente agraciado. La verdad es que fue la primera noticia que tenía sobre la existencia de este tipo de cosas con respecto a los blogs, y he de decir que fue una grata sorpresa por significar lo que significa: que las palabras no tiene por qué llevárselas el viento y que, más bien al contrario, pueden hacer pensar o sentir y, en definitiva, ayudar a saborear la vida un poco más y mejor.

Parece ser que ahora soy yo la que tomo el testigo para conceder este premio a otros cinco blogs. Por lo que veo se trata de blogs de contenido informativo, de opinión o de creación, de modo que me decidí por los siguientes, tras rendirme a la evidencia de no poder incluir -por unas u otras razones- a todos los que quisiera, aunque me hagan pensar en algo o en alguien. Muchas gracias de nuevo y enhorabuena a todos los que - "oficialmente" o no- saben que han sido premiados.

1. Compostela (http://compostela.blogspot.com/): pensamiento, cultura y opinión teñidos de filología. Un pequeño gran tesoro que encontré hace tiempo y que admiro por lo que significa y transmite.

2. Cambia el mundo (http://paracambiarelmundo.blogspot.com/): fantástico por la riqueza de sus temas y porque los trata consciente de hacerlo a contracorriente. Siempre apostaré por blogs libres como éste.

3. Samadegrado (http://blogs.ya.com/samadegrado/): elocuentes comentarios sobre diversos temas. Imprescindible.

4. Brisa, espuma y un poco de arena (http://zerepican.blogspot.com): blog neonato de creación literaria. ¡Promete!

5. Desde Sefarad (http://desde-sefarad.blogspot.com/): denso e informativo blog escrito por José Cohen acerca del conflicto árabe-israelí y sobre la naturaleza y desarrollo del odio racial/cultural de estos pueblos.


Ya digo que hay muchos que me quedo con ganas de incluir, y otros tantos que seguro que son maravillas pero aún no he tenido oportunidad de conocer. De todos modos, éste no es un mal comienzo. Un abrazo.

viernes, 10 de agosto de 2007

Un individuo gris (2ª parte)

Todo era culpa de la intuición. ¿O no? No eran las noches en vela, el exceso de champagne, la indiferencia. No eran los largos paseos huecos, de pisadas sordas, hacia un apartamento dormido y decadente. La intuición era como una serpiente de escamas secas, que arrastraba su barriga jugosa por los charcos planos de las calles de esa ciudad de todos. Como un reptil deslizándose entre la hierba, seca por el calor sofocante del verano, la intuición impregnaba todo, del mismo modo que la sonrisa del viejo enano cargaba el café de desesperanza, de un desasosiego intuido, sospechado, temido.

Ella había estado todo el día pensando en una cajita para los pinceles. No demasiado grande para su bolsa, ni demasiado pequeña para el pincel del paisaje. No muy ostentosa por el estilo, ni demasiado ridícula para sus justas pretensiones. Pero una caja encerraría algo que no era suyo, sería sólo el envoltorio de una herramienta, un trámite de madera. Casi era un regalo de despedida, como todos los desayunos, los silencios junto al caballete de pino y casi como los saludos a medio querer.

Al salir de la tienda, con la mirada flotando en el tráfico de París pero con la mente en un bohemio de cigarrillo barato, aún no sabía qué significaban esos ojos tristes, qué significaba ese silencio gris y esos lamentos apagados de las cerdas contra el lienzo. Aún no sabía qué quería decirle con su sonrisa huérfana ni qué pretendía que averiguara cuando le hablaba distraída, mirando la irregularidad de su perilla y el poso de sus ojos. No sabía a qué se debían sus susurros cuando necesitaba palabras claras, ni por qué la soltaba de la mano –aunque no- cuando no podía sostenerla. Pensaba ella que él no la entendía en su silencio, ni la seguía en lo infrecuente y difuminado de su conversación. No le veía en sus miradas, pero aún así le encontraba. Buscándose y huyendo, buscándose y desistiendo. Una búsqueda vieja, enana, impoluta.

Mientras se ponía la chaqueta y sin apartar los ojos del tráfico, sólo quería irse silenciosamente, como un fantasma que rastrea el suelo, como un huracán en el olvido, como un ángel en una burbuja, moviéndose sin hacer ruido. ¿Pena? ¿Odio? ¿Desesperanza? No necesitaba razones, le acorralaban los perdones y le aterraban las despedidas. Porque se llevaba consigo el embrujo del fantasma, la fuerza del huracán, el misterio de un sueño…, porque no le dejaría solo, ni le dejaría nunca. Porque no era ella quien se iba, sino la esperanza con ella.

Junto a su regalo se dignó a escribir “Cierra los ojos y colorea mi silencio, llora mi discreción y compadécete del viejo que te da esta caja. Sonríe porque no comprende. Se le escapa. Sonríe porque no sabe que aquí te envío la esperanza que, a sus ojos, he perdido. Sonríe porque es él el perdedor. Intuyo que vuelvo, que se equivoca. Intuyo que recupero la esperanza. Nos vemos en Bateaux Mouche. Trae cambio.”

miércoles, 8 de agosto de 2007

Un individuo gris


No es una conversación cualquiera. Es ésta, donde se intuye la cierta nostalgia que siente un amigo (echa de menos la esperanza). Es alguien -en cursiva, entre paréntesis- que no quiere ser soldado. Preocupado por un futuro gris, de individuo plano, le asalté con mi idea de quién podría ser en realidad. Le puse un espejo delante, le dije “mírate”. Y él comenzó a leer:


Mmm... déjame pensar. ¡Tengo la imagen en la cabeza pero no sé ponerle nombre! Creo que se me ocurre un bohemio en París, con perilla, gafas de esas modernas y tu gorrito con visera, de estos tipos a los que se les salen los pinceles por los bolsillos de los pantalones anchos. En color azul y rojo, te veo, con el pelo por debajo de las orejas. Tomando café todos los días en la misma terraza en frente de la torre Eiffel; pero no fuera, sino dentro junto a la ventana, mientras fumas con la mano izquierda, dibujas algo en tu cuaderno con un lápiz gastado, y echas el humo a un lado para que no te nuble la vista. Cuando has terminado el dibujo, te das cuenta de que todo el mundo se ha ido (muy buena idea... ¿a dónde?) y de que sólo queda un camarero aburrido que apoya la barbilla en su mano, y que deja caer con desdén la otra por debajo del codo que empuja la madera de la barra, la barra sobre cuyo extremo, en la parte oscura del bar, descansa la cabeza de un viejo con cara de enano, que sonríe descaradamente.(¿a quién sonríe?) Darías por hecho que su mirada y su sonrisa no son más que escenarios de tu Bohemia, pero en seguida te das cuenta de que tienes que prestarle más atención, de que su sonrisa es un mapa.



En ese momento, también, por fin te das cuenta de que se acaba tu último cigarrillo. (bueno ese no es problema, porque en el café hay máquina, ¿no?) Cuando el filtro empieza a hacerte cosquillas en el dedo, lo sueltas de golpe, amontonándolo con alboroto en el cenicero que cuenta las horas de tu inspiración. (¡eso me ha pasado!). Como quien corre bajo la lluvia, un pensamiento fugaz pasa por tu cabeza "la máquina de cigarrillos del café", pero te das cuenta de que ésta está detrás del viejo enano de la sonrisa etérea, tentadora, ésa que parece que te pregunta sin discreción. Miras tus papeles, guardas las bolas de papel en tu bolsa de cuero y te levantas con decisión, pero casi desperezándote. Avanzas un poco hacia el barman. Pagas pero no miras el cambio. En vez de sacar tu monedero, dejas caer las monedas lentamente en la bolsa, mientras miras de reojo al viejo de la cara roja, ojos líquidos y brillantes, ojos blandos. Una a una caen las monedas sobre las bolas de papel, sobre tus lápices de colores (los que nunca usas), sobre la cajetilla vacía, sobre un regalo que ella te entregó. Te das cuenta de que habías ido allí para olvidarla, y en lugar de eso recuerdas el contraste entre lo podrido del café y el olor a nuevo de su pelo .(ok, sería como mi Gran Jonh Waine)

Te das cuenta de que es por ella que has ido a ver la torre, negra y escuálida, desgarbada y helada, sólo para saber qué se siente al filo del contraste entre el blanco y el negro, el calor y el frío, el café y la barca, los cigarrillos y los besos, la madera vieja y la hierba mojada, el viejo -y el barman- y ella. Ella, y el recuerdo de su mirada fija, curiosa, la imagen de unos ojos oscuros que nunca duermen, unas manos que no descansan... Ella, dos guitarras.

Te das cuenta de que te has estado mirando los zapatos, pensativo, de que debes parecer un alma deshecha, un muñeco antiguo, sin consistencia... a la deriva. (sin puerto donde amarrar un cabo) Entonces sí, entonces levantas la cabeza, pasas deprisa tu mano sobre tu barba nueva y dejas atrás la sonrisa pétrea, casi temblorosa, amenazante, del viejo enano. No te despides -piensas-, pero es que sabes que no te quedan ya palabras.

* Añado yo ahora, a posteriori: si te encuentras con un "viejo enano que te sonríe", con la desesperanza misma, no te mires los zapatos, mira más bien dónde te pueden llevar. Los objetivos se agarran fuerte, no basta imaginarlos o pintarlos (aunque sea en Montmartre) Cualquier meta tiene un punto de partida, y es ahí donde hay que coger carrerilla. Aunque sea con cigarrillos de menta, o con dibujos que acaben en bolas de papel.

martes, 7 de agosto de 2007

La yegua



Esto es puro dadaísmo de la primavera de hace cuatro años... Gran parte está escrito en masculino singular para facilitar la identificación con el lector. Como me importan un pimiento las bobadas y aberraciones lingüísticas por las que lloran las ultrafeministas, diré que usar el género femenino en un texto literario es mucho más restrictivo, digamos que conlleva una carga de género mucho más fuerte, de modo que así todos contentos, una "tabula rasa" para que a nadie le venga grande. Sugiero que escuchéis esta increíble e histórica pieza de J. M. Jarre al tiempo que leéis. Sinceramente, no me acuerdo exactamente de qué tema me inspiró para este texto en particular, pero si no fue éste fue muy parecido. De hecho, otros escritos que he colgado también tienen tema, que igual algún día añado. Sin más preludio, os dejo esta "adivinanza", os retaría a que me comentárais qué personaje, idea o situación os sugiere la descripción (nada física) que doy. Enjoy!


Y la radio de lejos, susurrándome al oído... pidiéndome que despertara de mis sueños. ¿Y por qué? Me preguntaba yo a mí mismo; es esencial que mis sentidos se apaguen para que mi corazón despierte. La razón turbia mi alma de modo inenarrable, es la razón la que empaña mis sentidos, pero sólo aquéllos que me revelan qué es lo que yo mismo escondo dentro de mí. Y esa graciosa emisora rusa me transporta a un mundo de ensueño, un mundo apeteciblemente hostil que me recibe en un pasillo de paredones grises que guardan una aparente frialdad en relación inversamente proporcional a mi entusiasmo. Sonrío como un turista perdido y me refugio en mi propia ilusión, donde me esperan unos niños de cabezas brillantes y ropas de duende, mientras avanzo y avanzo, y los niños me miran como si fuese cierta mi idea de ser un turista de camisa de flores y cámara al cuello. ¡Uno de ellos grita! Caray, cuando tenga fuerzas para levantarme bajaré el volumen de ese cacharro. Entre continuas frases melódicas una dulce somnolencia me lleva al estancado compás de un canal que cruza, que bordea la catedral... de San Pedro. Moderno, sí, pero de una clasicidad perenne que me hace inclinarme sobre mí misma en la góndola, que me obliga a mirar las paredes pardas que parecen querer contarme, cómplices, los muchos secretos que han convivido con ellas durante tanto tiempo... los que tanta gente ha visto y los que nadie se ha parado a contemplar. Este mecer de la pequeña balsita me está haciendo parecer una cuna... Como cuando te cantaban de pequeño que... y la radio toca esa música discreta... ¿un oboe? Eso es, no más alto... En Asia es éste el silencio que se venera, las artes marciales parecen ser un mero adorno del aire, surcan el viento con rapidez imprevisible y acarician la arena suavemente, tan suavemente... y pensar que al oír esto me quedaría en blanco... Eso es que me he despertado y he vuelto en mí, la razón quiere acompañarme de nuevo, pero qué más da, acabo de recordar aquella yegua que alcanzaba la luna y que galopaba más ligera que el viento. Con ella seguro que no me alcanzas. Parece que no avanzo, pero ya estoy a una distancia considerable, casi al otro extremo de la playa. ¡Son tan suaves sus crines! No he podido encontrar mejor apoyo para mis sentidos prácticos. Nunca pensé que, tras el violento trote, el galope fuera a ser tan sugerente. Solté mis manos de las riendas y me dejé caer sobre el lomo del animal... de la persona, de mi propia mente, y cerré los ojos en confianza total hacia mí mismo, hacia mi eterna compañera, sin pensar tampoco en que la arena de la playa fuera a estar a un abismo de la yema de mis dedos, sin pensar ya en la persecución que me llevó a este estado de calma. Cuando las olas comienzan a sentirse chocar contra las rocas, me alzo y sigo pendiente del chapotear de las patas en la resaca, y sigo igual, impasible. Se acabaron las pilas. Parece entonces que la noche cubre mi imaginación y me hace temer a la nada, que desde el fondo hace sonar una pandereta, una curiosa pandereta que lentamente quiere incitarme a ir al pozo, tan lúgubre... me inclinaré, cambiaré de emisora, pero la frescura del campo abierto tampoco me convence. Esto sí, ¡cuánto tiempo hace! Esto... me siento sumergida en un escenario negro, negro pero agradable, como si éste fuera mi hogar... Un rostro blanco me mira completamente inmóvil, y yo, en tono confidente, le devuelvo una mirada neutral, pero bajo mis párpados y tarareo en mi cabeza una melodía de piano que me eleva del suelo, que parece querer espabilarme pero que me adormece de nuevo y me arranca alguna lágrima. Es tan, tan profunda esa línea... tiene un filo tan marcado que atraviesa incluso el rostro blanco, el mío, hasta alcanzar mi razón y estrangularla, mientras la mujer de negro se va, mientras mi mirada la despide.

Sonrío hacia un solo lado, y renuncio por el momento a levantarme, prefiero ponerme de rodillas y esperar a que venga... sí, a que me arrastre el carro de fuego. ¡Ya! Ha venido a por mí, el conductor de una cuádriga de oro ha tomado mi mano y me ha llevado a una plaza de arena, donde se encuentran múltiples carros como el nuestro. Pero míralo desde aquí, desde aquí abajo, mira el escenario... mira la tierra tostada y los palcos cubiertos... pero no les hagas caso, yo he cogido a mi yegua y la he llevado conmigo, lejos... o cerca, no importa dónde, pero iremos a buscar un claro en el bosque, volveremos para buscar la playa y esperaremos a que anochezca para ver la luna desde la roca, y luego iremos hacia allí para observarla... y quizá no haya tirado yo de las riendas... ¿y qué más da? Al menos he cabalgado sin montura.

domingo, 5 de agosto de 2007

Catching up: Norwich



Pues eso... como dicen aquí, tengo que "catch up" (ponerme al día) con lo de postear mi experiencia en Cambridge, que sino visito cosas y más cosas y se me acumulan las historias que contar. Bien, tal como ya dije que haría, fui a ver Londres y Norwich. De hecho, ya he estado dos veces en Londres... Y siempre muy bien acompañada, he de decir. En Norwich (de lo que hablaré ahora) también, estuve con una amiga que ha vivido en Cambridge este mes de julio y que me pide por favor no salir en las fotos (y yo a mandar, Ana, el mundo se lo pierde) De Norwich me gustó mucho la catedral normanda y la exposición de stained-glass (vidrieras), que es muy, muy interesante y de paso preciosa; en cuanto a la ciudad, poco tiene que ofrecer como tal, no tiene en absoluto tanto encanto como el lovely Cambridge ni lo apetecible de los parques de Londres.
¿Por qué fuimos a Norwich? Bien... pues resulta que es un sitio históricamente bastante importante y además tanto a mi amiga como a mí nos interesaba porque tenía que ver con distintos autores y críticos de la literatura (en mi caso, Julian of Norwich y el mundillo religioso medieval en Inglaterra); también se suponía que era un ejemplo de pueblito anglo-normando que se había conservado tanto como para merecer la pena pasar el día allí y gastarse 22 libras y pico por una horita de viaje. Bien, no era para tanto, pero pasamos un día agradable y pudimos comprobar una vez más lo bonito de una ciudad con río, sauces en su rivera y callecitas por las que nunca pasa un alma.
De Norwich, mi próximo post pasará a la inmensa ciudad de Londres, que nada tiene que ver. Arriba posteo una foto en el claustro de la catedral de Norwich (como veréis nos hizo un tiempo increíble)

PD: si alguien sabe algún modo de poner las fotos al final y no al principio de los posts, please let me know. graciasss :)

Libros históricos y narrativos

En las ediciones católicas de la Biblia, esta sección agrupa 16 libros muy diversos que abarcan desde la entrada en la tierra prometida (finales del s. XIII a. C.) hasta la resistencia de la familia de los Macabeos a los reyes de Siria (principios del s. II a.C.). Los acontecimientos históricos más notables que se incluyen en este “capítulo” son:

- La conquista de Palestina
- La actuación de los Jueces
- Los reyes de Israel
- El cisma o la división política y religiosa (veamos reminiscencias en la actualidad de Oriente Medio...)
- El destierro de los israelitas a Babilonia
- La vuelta del destierro
- La reconstrucción del templo de Jerusalén
- Resistencia de los Macabeos a la dominación siria.

Estos 16 libros pueden agruparse en grupos como los siguientes, que incluyen los libros cuyos nombres son además más conocidos:

1.Historia Deuteronómica (JOSUÉ --- JUECES --- 1 y 2 SAMUEL --- 1 y à 2 REYES) Se llama así porque, al parecer, bastantes autores piensan que el Deuteronomio es el comienzo de una gran obra de historia religiosa que empieza en Josué y termina en el segundo libro de Reyes. Estos libros tuvieron un tiempo de redacción muy amplio, que abarca desde tiempos de la conquista hasta los últimos tiempos del destierro en Babilonia.

La Historia Deuteronómica forma parte de los libros proféticos (Neviim) en la ordenación hebrea de la Biblia. Se les conoce con el nombre de “profetas anteriores”, para distinguirlos de los “posteriores” (Isaías, Jeremías, Ezequiel y los 12 profetas menores), y se atribuyen a Josué, Samuel y Jeremías.

Esta Historia Deuteronómica es el fruto de una escuela de hombres piadosos que sacan una lección religiosa al meditar sobre el pasado de Israel, y conservan tradiciones y textos de la época de la conquista de Palestina, relatos clave de la historia de Israel, etc., pero la mayoría de la historia contiene las ideas que plagaban el Deuteronomio.


2.Historia Cronística (1 y 2 CRÓNICAS, ESDRAS y NEHEMÍAS) En los 4 libros que la componen hay una semejanza de estilo, y se llaman así porque su contenido es como una crónica de la historia de la salvación, escrita antes del 300 a.C. por un solo autor. Lo principal de estos 4 libros es la preocupación por la reflexión religiosa, aprovechando así los hechos históricos para probar ideas religiosas.

3.MACABEOS (Libros 1 y 2): 2 versiones complementarias de las hazañas de esta familia.

4.Libros de TOBÍAS, JUDIT y ESTER: no cubren períodos históricos largos, sino que son relatos de episodios concretos.