jueves, 31 de enero de 2008

Dígame, Sr. Oz...

Aquí transcribo una entrevista hecha al genial escritor israelí Amos Oz por Juan Sardá en El Cultural, con motivo del Premio Príncipe de Asturias (¡puxa!) de las Letras. Por supuesto, obvia decir que me parece un escritor contemporáneo imprescindible. Allá va:




Quizá ha sido el mismo destino escurridizo que no quiso que el padre de Amos Oz (Jerusalén, 1939) obtuviera jamás una más que merecida cátedra el que ha dispuesto que su hijo, Amos, disfrute de un igualmente ganado reconocimiento universal (sin contar que es también catedrático de Hebreo Moderno en la Universidad Beer-Sheva). Oz brilla hoy como la voz literaria más potente de Israel, sus libros han sido traducidos a más de 25 idiomas y sus opiniones ejercen una gran influencia. Testigo de excepción por su lucidez y compromiso de la historia de un país en el que vio la luz pero no existió como tal hasta ocho años después, cuando la ONU decretó su nacimiento. Es uno de los hechos históricos descritos en primera persona en la monumental Una historia de amor y oscuridad (2003), autobiografía conside- rada la obra capital de su narrativa como lo es Contra el fanatismo (2003) de su producción ensayística. En una conversación con El Cultural Oz habló sobre las claves de su obra y vida, muchas veces al hilo de la recién reeditada Fima, novela que escribió en 1989. Protagonizada por un cincuentón caótico, obsesionado con la política y gran seductor, es uno de sus libros más emblemáticos.


– Tres años después de recoger el Premi Internacional de Catalunya vuelve a España para recoger otro galardón, el Príncipe de Asturias. ¿Se siente ligado a la cultura española?– Siempre he sentido un amor profundo por España e Hispanoamérica. Desgraciadamente no hablo su lengua, pero he leído todo lo que se ha traducido al hebreo. Me siento muy próximo a la literatura hispánica porque tiene una mezcla de humor, tragedia, calidez y transparencia, a veces incluso en el mismo párrafo. Esa combinación entre comedia y drama está muy cerca de mi forma de ver el mundo y también he querido reflejarla en mis libros. Al fin y al cabo, son dos ventanas desde las que observar el mismo paisaje.


– Su visita coincide con la reedición de Fima, casi veinte años después de que usted la escribiera. ¿La tiene muy presente?

– Sí, desde luego. El de Fima es un personaje por el que siempre he sentido una gran simpatía. Aunque sea un desastre, hay una gran dulzura en su vida. Nada puede frustrarle sus ganas de vivir. Me gustó mucho escribir esa novela y desde entonces he tenido a Fima muy cerca de mi corazón.

– Es una novela con muchos elementos característicos de su obra. Por ejemplo, el tema político. ¿Está usted de acuerdo con ese Fima que acusa a la derecha israelí de aprovecharse del Holocausto o incluso compara la actuación del Estado judío con la Alemania nazi?

– Yo sabía que mucha gente se iba a enfadar por esas opiniones. Por supuesto, hubo quien me acusó de utilizar al personaje para decir lo que realmente pensaba. La novela fue un gran éxito de ventas en Israel y, aunque suene ridículo, sé que hay muchas personas que la leyeron sólo para enfadarse conmigo. Yo no comparto muchos puntos de vista de Fima, pero hay algo en ellos que me resulta muy atractivo, que despierta en mí una enorme simpatía. Está relacionado con su propia personalidad. Fima es como un niño, tiene esa inocencia que también le procura mucho éxito con las mujeres.

– Como es habitual en sus novelas, los personajes son lo más importante. ¿Comparte el anhelo de Flaubert de escribir una novela sobre “nada”, sin argumento

Cuando hago ficción, escribo sobre personas, no sobre ideas. Pero que los personajes sean lo esencial de la narrativa no significa que me disgusten las tramas. Al contrario, disfruto mucho con ellas y creo que al lector también le gustan.

– Usted ha dicho que escribe las novelas con una mano y los ensayos con la otra. ¿Tanta diferencia impone un género de otro?

– Cada vez que estoy de acuerdo conmigo mismo al cien por cien, entonces escribo un artículo y le digo al Gobierno que se vaya al infierno. Cuando comienzo a dudar de lo que pienso, entonces me pongo a escribir una novela. La ficción te permite ser más ambiguo, acercarte a la verdad de una forma indirecta, con pequeñas aproximaciones.

– La ficción también permite volar a mundos imaginados. ¿Se siente próximo a ese Fima que tiene problemas para distinguir entre la realidad y la ensoñación?

– Yo soy muy diferente de Fima. Debe quedar claro no sólo eso, sino que tampoco he pretendido hacer ninguna metáfora con él. Aunque es cierto que yo siento esa dualidad entre el mundo de la imaginación y la realidad física. Ambas dimensiones me pertenecen a mí y yo les pertenezco a ellas. Lo mejor es poder pasar de una a otra, hago ese viaje continuamente. Cuando estoy en un lado, en seguida quiero ir al otro.


Oz comenzó su andadura literaria en los 60, mientras vivía en el kibutz de Huda, en el que se instaló tras independizarse de su padre siendo un adolescente y de donde no se movería durante más de 30 años. En esa década ya publicó obras capitales como Donde aúllan los chacales (1965) o Mi querido Mijael (1968). Desde entonces ha desplegado una actividad incesante jalonada por otras obras suyas como La colina del mal consejo (1976), No digas noche (1994) o Una pantera en el sotano (1995) a las que habría que añadir las ya mencionadas y los cientos de artículos periodísticos. Hijo de una familia de intelectuales y profundamente marcado por el suicidio de su madre cuando él tenía doce años, fue uno de los fundadores del movimiento Paz Ahora, creado en 1978 por miembros del Ejército israelí en la reserva. Como militar participó en la Guerra de los Seis Días (1967) y del Yom Kippur (1973).

– De una forma u otra, siempre está presente el personaje de esa madre ausente, muerta de forma prematura mientras el protagonista es un niño. En Fima se llama Carla, que en hebro significa “está frío”. Esa madre cobra un protagonismo estelar en Una historia de amor...

– Para mí, la literatura consiste en invitar a los muertos a tomar café en mi casa para hablar con ellos. Es una forma de comunicar con los tiempos que se fueron, con los que ya no están aquí. Esa sensación la tuve de una forma más fuerte, claro está, cuando escribí Una historia..., pero puede aplicarse a mi forma de ver la literatura en su conjunto.

– La niñez como etapa fundamental en la vida, marcada casi siempre por una tragedia que afectará al adulto de forma profunda. ¿Cree que los artistas están más cerca de la infancia por su propio trabajo?

– Todos podemos tener un niño dentro, sólo que algunos optan por matarlo y otros preferimos mantenerlo vivo. En mi caso, mi actividad literaria está claramente conectada con la infancia. Para empezar, están las historias que mi madre me contaba cuando era pequeño, esas narraciones truculentas, góticas y extrañas, en absoluto adecuadas para un niño como el que yo era. Esos relatos son los que me han impresionado y marcado de una forma más profunda. Ése es un regalo que me hizo mi madre.

– No sólo su madre. En Fima, también parece que hay ecos de ese padre suyo con incontinencia verbal.

– Mi padre no fue la inspiración para Fima en absoluto. Hay una diferencia fundamental entre ambos, mi padre hablaba mucho porque sentía un pánico absoluto hacia el silencio. Sin embargo, en el caso de Fima forma parte de su carácter exuberante. No hay tensión en ello, más bien al contrario, seducción.

– Y de nuevo, hombres que aman a las mujeres. Como su abuelo.

– Sí, desde luego. Tanto Fima como mi abuelo son hommes à femmes. Hombres que tienen la capacidad de seducir a las féminas. Pero en este caso también hay una diferencia fundamental entre ambos. Mi abuelo era un hombre muy rígido para determinados temas, sin ningún sentido del humor y Fima sí lo tiene, es incluso autoparódico.

– El sentido del humor, tan importante en su obra y en su forma de pensar. Usted lo propone como antídoto en Contra el fanatismo.

– Nunca he conocido a nadie que sepa reírse de sí mismo que sea un fanático. Si el sentido del humor se pudiera vender en cápsulas, se arreglarían muy rápidamente la mayoría de problemas en el mundo. Daría un brazo por inventar esas pastillas y ganar con ello el premio Nobel de medicina, no el de literatura. No me fío de esa gente que camina como un signo de exclamación.


– Otra constante, Jerusalén, descrita como una “ciudad manicomio”. Usted nació allí pero vive en Arad, un pueblo pequeño. ¿Se fue huyendo de ese “síndrome de Jerusalén” por el que sus habitantes se vuelven mesiánicos?

– Nunca he tenido ninguna voluntad de convertirme en profeta. A Fima, el pobre, le ha tocado ser el profeta de los taxistas, algo es algo. Es una ciudad muy curiosa llena de intelectuales, mesías y redentores. En el pueblo donde vivo, Arad, todos me conocen y ese tipo de oropeles parecen muy lejanos.

– ¿Y son sus intelectuales “histéricos y llorones” como dice el protagonista?

– Eso no es más que un tópico.

– En Fima no sólo sus ideas son polémicas. También su concepción del aborto. Un tema muy presente pero en cuya polémica no entra.

– Porque, efectivamente, no es una novela sobre el aborto sino sobre la relación de un hombre con el sexo contrario. En este sentido, para Fima el aborto es un favor que se le hace a las mujeres, porque las liberan de cualquier elemento masculino, que detesta. Su forma de ver este asunto es lo que explica la esencia de su personalidad. (Y yo, Cristina, digo: Hablaría yo con Fima de un par de temas, y me parece que su ultrafeminismo destructivo (lo que también podría decirse menos eufemísticamente) es, no la esencia de su personalidad, sino su falta de humanidad)

– ¿Qué retos y ventajas le reporta escribir en hebreo, una lengua que casi no se utilizaba fuera de la religión hasta la creación del Estado de Israel en 1948?

– Como escritor, el hebreo es el mayor regalo que habría podido recibir. Es un maravilloso instrumento musical sobre el que componer. Siento que hay un paralelismo con los escritores en inglés durante la época isabelina, cuando se encontraron un idioma todavía sin formar del todo y que podían explotar al máximo con su imaginación. Me gusta porque no está solidificado y eso me da un gran margen de libertad. Siento la misma relación con mi idioma que un amante desbocado, es como un volcán que siempre está a punto de erupción.

– Usted ha dicho recientemente que existe una oportunidad para la paz pero que ésta sólo puede firmarse con la ANP, que sólo controla Cisjordania. ¿No cree que es arriesgado aislar a Gaza de un pacto?

– Ahora hay un liderazgo israelí que está dispuesto a hacer concesiones, a llegar a acuerdos. Y lo mismo sucede en Cisjordania, donde se ha impuesto la moderación. Creo que es obvio que no podemos pactar con Hamás, que sigue preconizando la desaparición de Israel como su objetivo fundamental, y que no por eso debemos perder la oportunidad de pactar con una parte importante de los palestinos. Lo que no quiere decir que no me preocupe lo que sucederá con Gaza.

– Después de tantos años de conflicto entre árabes y judíos, con un desgaste tan enorme, lo lógico es que haya cansancio por ambas partes. ¿Cree que la fatiga puede ser una fuerza para la paz?

– Quizá la principal. La fatiga es un excelente generadora de acuerdos y tratados de paz. No sólo en las guerras entre países, también en nuestra vida cotidiana, en las propias familias. Efectivamente, tanto judíos como árabes estamos exhaustos después de tantos años de conflicto, y esa sensación juega una baza importante a favor del acuerdo. Claro que hay que tener en cuenta que los fanáticos lo son precisamente porque nunca están cansados.


– Para terminar, usted cambió su apellido por el de Oz, fortaleza. ¿Le ha servido de algo?

– Cuando lo hice realmente necesitaba mucha fuerza para poder emanciparme de mi padre y emprender una nueva vida. Fue una época en la que precisaba coraje y valentía. Pasado el tiempo, soy incapaz de decir si ese nombre tuvo algún efecto, pero entonces yo desde luego pensaba que lo tendría.

miércoles, 30 de enero de 2008

El vraeru estatutu d'un pueblu con xacíu

Mentantu l’Estáu trema pol alderique alrodiu del “Estatut” n’Asturies ya s’esparde l’únicu modelu qu’un pueblu ensin xacíu (nin gota d’interés n’algamalu) podría reivindicar. Por si a estes altures nun-y lu unviaron entá equí darréu pue lleése l’articuláu completu del Estatutu d’Autonomía de la República d’Asturies.
REENTAMÁU D’EL ESTATUTU D’AUTONOMÍA DE LA REPÚBLICA D’ASTURIES

PREÁMBULU

Asturies, faciendo usu d’el derechu que-y reconoz la
constitución, declara la su voluntá d’armase en República
Independiente d’Asturies, rexón a la que tuvo subyugá hasta agora
mesmo. N’esta hora solene en qu’Asturies recupera la so llibertá,
rinde tamién homenaxe a tolos homes y muyeres que ficiéronlo
posible.
Asturies non escaez.

TÍTULU PRELIMINAR: ARREMANGAES XENERALES


Artículu 1

Asturies ye nación, entamá na forma de República.O por lo menos lo
val.

Artículu 2

La República d’Asturies tá fecha per los territorios actuales más
los que se reclamen por razones históriques y turístiques y en
conceptu de recuayamientu,
que son: Tolos pueblos de la provincia de León sometíes al yugo de
Castilla.

Artículu 3

Escudu. Tará formau per una imaxen del Puente de Villaviciosa con
el escudu del Real Sporting de Xixón y del Mosconia a ambos laos,
coronáu por vasu sidra col focicu de Pelayo grabáu.

Artículu 4.

Himnu. El Himnu d’Asturies será ya el reconocíu internacionalmente
y declaráu patrimoniu de la humanidá por la PAESCU (Puxa Asturies
Educational, Scientific and Cultural Organization).

Artículu 5. (suprimí-y la rima)

Artículu 6

Van ser paisanos de la República D’Asturies toos aquellos nacíos en
los praos y cases de la República,y en los territorios citaos n’el
artículu 2.

Artículu 7.

Llíngua. La llíngua oficial del estáu astur será el Astur (o
asturianu, o bable). To paisanu tien el derechu y el deber de
deprender la su llíngua. Les istituciones van promover su usu y van
ser especialmente escrupuloses (por ****) de que en dicha
llíngua vengan traducíos los billetes del bancu, entráes pal
Molinón y los tíques del Carrefour, Lidl, DIA, El Corte Inglés,
Mercadona, y el Árbol. Los que non sepan falala dirán a clases los
martes y xueves después de llamber.

Artículu 8

El faro d’el Cabu Peñes a partir d’agora, en vez de la tradicional
llume emitía, va entamar a emitise un focu con fondo oscuru de
forma Cruz de la Victoria. Pa si salen los tanques del ejércitu
d’españa, venga Pelayo a echanos un cable.

Artículu 9

La bandera. Asturies tendrá una nueva bandera, azul cola Cruz de la
Victoria n’el fondu. Los colores cambiaránse ya segun los colores de l’escuderia en la que te Alonso.

TÍTULU PRIMERU

Artículu 1.

Financiación. El tesoro d’el Estáu será sufragáu per ún impuestu
directamente proporcional a la riqueza de sus paisanos, así como
per ún canon sobre les pastilles juanola, vino Don Simón , los
armarios del ikea, el papel higiénicu y solidariamente per lo que-y
sobre a Cataluña.

Artículu 2.

Con l’aprobáu d’est articuláu colmense les reivindicaciones
históriques de León y así pues per fín LEÓN YE UNA PROVINCIA sin
discriminación sobre’l restu de les que formen La República
D’Asturies.

Artículu 3.

Toles provincies dependen orgánica y administrativamente de Uviéu
capital, como capital de la República, incluíu León.

Artículu 4

La Asamblea ye la cámara de representación de to los Astures y tará
formáu per ún sólu escañu.

Artículu 6

Ta permitíu el botellón

TÍTULU SEGUNDU

Artículu 1.

Moneda. La moneda d’Asturies ye el pinín, divisible a su vez en
piezas de menor valor, así 1 pinín equivale a 100 pininos, y tan
equiparaos a la moneda imperialista d’europa.

Artículu 2

La unidad de medida ye el cachu. Tómase como referencia la
distancia entre Ribadeo y Covadonga: Un buen cachu, que ye
proporcional en 100 veces al cachu.

Artículu 3

El cachu divídese en 100 cachinos. La unidad fracionaria d’el
cachu ye’l cachín, tamién llamáu “un trozu”.
Como unidaes superiores al Cachu adoptarase LaDeDios y el
CachuLlargu.

Artículu 4

La Sidra cúbica ye la medida de capacidad. La Sidra cúbica midese
al revés. Exemplu: una pipa sidra llena ye
igual a 1.000 Culetes, una pipa sidra vacía ye igual a la de dios
de asturianos.

Artículu 5

La República D’Asturies arropellará el Río Sella pa evitar
trasvases d’ésti a otres cuenques. A partir de güei será navegable
hasta el Picu Fariu.

Artículu 6

Festividaes. La Semana Santa queda revocá, que pasará a llamase
Semana Pelaya. La folixa na primavera de Mieres, la fiesta peritos
e ingenieros del 19 de Marzo(San Xosé), la novena de químiques y
la Espicha d’Económiques van ser declaraes fiestes nacionales, y
establezse el día 8 de Septiembre -Dia D’Asturies- como el día de
la fiesta nacional.

Artículu 7

La comidona nacional ye la fabada, incluyendo el pixín, el pote
asturianu, los chorizos de noreña, los callos y el pan d’escanda
como platos de la
gastronomía nacional. La bebida nacional ye la Sidra. La sidra
dulce tendrá carácter de bebida arropellada por los llagareros.

ARREMANGAES ADICIONALES

Artículu Únicu
El poder na República D’Asturies emana del pueblu, que vota nos
chigres.

ENMIENDES:

Primera: La Xefa l’estáu sedrá la Pita, con calter vitaliciu, en cualsiquier de los sos traxes, vistíos y ensin importar el númberu de plumes que tenga.

Segunda: L”español” como modalidá llingüística dialeutal del asturianu propia de delles zones d’Uviéu y Xixón tará protexíu y promocionaráse’l so usu y el so deprendizax al traviés de sovenciones millonaries que nun valgan pa nada y lu conderguen a una muerte llenta y sofrida.

Tercera: Espublicaráse añalmente una antoloxía de lleendes urbanes, qu’espondráse comu obra maestra na Selmana de les Lletres

Cuarta: Los poderes públicos han garantizar l’usu normal d’esprais y pintures nos lletreros y cartelos.

lunes, 14 de enero de 2008

Malka

Aquel día lo había pasado llorando, mientras mi madre me arrastraba con su mano izquierda por las calles más laberínticas de Meah Shearim, tirando de mí como de un abuelo testarudo y apartándose continuamente el sudor de la frente con el dorso de su mano derecha. Su vientre abultado nos llevaba casi medio metro de ventaja –unos ocho meses- y tiraba con fuerza de mi madre, que ante mis ojos lluviosos aparecía como una letra ב coronada por una cabeza amable, sudorosa, suspirante y envuelta en un pañuelo que horas antes se habría colocado con sumo cuidado y que le daba garantías frente a la familia y frente a Adonai, haciéndole parecer aún más digna, más respetable, más judía, más mujer. Todo eso representaba aquel inocente atuendo, aunque para entonces pensaba que era parte de ella (o quizá fuera más bien al contrario)

- Malka, si dejas ya de llorar te prometo que invitaremos a tu primo Shmuel a la cena de Shabbat.
- No te creo – dije yo, insolente, sin parar de llorar.

Mi madre respondió con una mirada fría, dura, soltando repentinamente mi mano y abandonándome a mi suerte en medio de la calle. Para su sorpresa –pues no dejaba de mirarme de reojo- enjugué mis ojos y eché a andar en dirección contraria, estirada y orgullosa de mi nuevo, aún inexplorado momento de independencia y sin molestarme siquiera en mirar hacia los lados. La calle entera era para mí un camino en el que todo el mundo tenía que apartarse, cediéndome el paso, con independencia de si se trataba de un rabino o un goy, los dos extremos en que se dividía la sociedad que me abrazaba por aquellos años. Con la vista al frente, a mi paso oía risas de unos, murmuraciones de otras..., y con mi cabeza veía cómo las tiendas se iban cerrando a mi alrededor, con cadenas que abrazaban las rejas de las puertas y se despedían del tendero con el golpe seco del candado, hasta el día siguiente, hasta el jueves. La calle por la que caminaba –que, aunque estrecha, era una de las más importantes del barrio- parecía ser en mi imaginación una interminable serpiente surcada por otras calles angostas que la atravesaban ferozmente como dagas muesas que dejaban un rastro seseante de calles gastadas y aceras mordidas por el tiempo. Iba a girar por la primera de ellas, atraída por la belleza de una de sus ventanas, cuando sentí un fuerte golpe, sordo y masculino, de una mano que chocaba contra mi cuerpecito de seis años, para asirme después del brazo, alejándome de mi vano intento de perderme por el barrio más ortodoxo de Jerusalén, y sumiéndome de nuevo en un llanto incontrolable. Esta vez, sin embargo, la mirada de mi padre me calló. Lo decía todo con los ojos, que eran los míos. Anduvimos el resto del camino en silencio, sin mirarnos el uno al otro, y cuando recogimos a mi madre donde yo la había dejado, ésta se dirigió a mí sin mirarme:

- Acuérdate de que no hubo ninguna promesa.

Yo, que había alzado los ojos hacia ella para mirarla, volví a dirigir la vista hacia el lomo de aquella serpiente perdida en Mea Shearim, mientras mi corazón ardía de rabia y de pena. Mi primo Shmuel era el primogénito de mi tía Rivka y el tío Alon –Rabbi Alon-, y no sólo le tenía un inmenso cariño, sino que mi admiración por él me había hecho incluso escaparme de casa para intentar convencerle de que no ingresara en el ejército. “Inútil, Malka” – me había contestado él, sin dar más explicaciones. Desde que tengo memoria, Shmuel había sido un niño rebelde, descarado a los ojos de la familia e indiferente al constante escrutinio que le suponía vivir rodeado de judíos jasídicos, cuya intransigencia era tan pasional como el trance de sus bailes y cantos, que se perdían en el tiempo y en el espacio y transmitían a quien los veía una sensación de agujero negro, de remolino repentino y esporádico de locura y éxtasis que te hacía perder la mirada hasta que ésta quedaba flotando en el aire y bailaba al son del clarinete, al que se oía canturrear en yiddish. El hermano de Shmuel, mi primo Eyal, virtuoso del violín y amante de nuestras milenarias tradiciones, de los shofarim y las menorahs, de sus tefillim y sus tallitim, de su kipah y sus peoth, de la poesía sefardí y de los cuentos jasídicos, de la tradición halájica y del folklore tradicional, se había alejado de la vida secular tan pronto como advirtió las tentaciones de ésta, que se le antojaban pequeñas y casi imperceptibles termitas que acabarían por carcomer su alma de justo y convertirían su corazón en una estatua de sal, expuesta a un derrumbe al menor golpe. Yael era alto y delgado, de cabellos morenos y rizados y con unos infinitos y acristalados ojos azules que parecían cuatro de tan profundos que eran. Sus gafas, invisibles a las miradas despistadas, tenían el color del aire y filtraban todo aquello que Yael –ávido jerosolimitano del primer cuarto de siglo – copiaba en su retina como los girasoles recogen la luz del sol; en sus caminatas hasta el muro de las lamentaciones, mientras las composiciones de Szymon Goldberg resonaban en su cabeza de yiddish alemán, su mente israelí adivinaba en los turistas períodos latentes de nostalgia por la tierra prometida, en sus rabinos una búsqueda indigente por nuevos debates talmúdicos que parecían haberse perdido en tierras de la diáspora, y en los nuevos intelectuales unos seres profundos pero vacíos, como quien cava una tumba para acabar dándose cuenta de que no puede salir.

domingo, 6 de enero de 2008

Novísimos a Rosa, J. A. Muñoz Rojas (1998)

"Nunca como antes y siempre
como antes. Son los lugares mismos,
la mano misma que te escribe. ¿El agua misma
la que corría entonces? Estas luces
de finales de mayo, son las del mayo aquel,
cuando entre los granados me dijiste:
Te quiero como nunca. Yo te dije:
No me hables de nuncas que no existen,
sino de siempres nuestros para siempre,
o quizá todavías que nos aguardan."

sábado, 5 de enero de 2008

¡Vivan los Reyes! :)

Auf die Heilige Drei Könige!! Kein Weihnachtsmann mehr!!