sábado, 17 de noviembre de 2007

Que la sueño, que la toco,
que se me resbalan los pies ya de correr tan deprisa y de gastar tanto las suelas. Que mi ciudad se disfraza, se viste con noches y con velas.
Todo son reflejos en las piedras mojadas, tejados, ventanas, torres, más plazas. Manzanas enteras con jugo de sueños y de almas,
hórreos de viento y cristales que se empañan.
Belleza de orbayu por las calles,
y de estampas;
belleza de unos ojos que siempre sé de qué me hablan.
La fuerza del mar.
La del hombre, del invierno, de mil noches de recuerdos,
la fuerza que en la mina es el cantar.
Bendita la Madre de nuestra montaña,
benditos sus ojos henchidos de amor,
bendita la niebla que te hizo esconderte
en la cueva, en un hueco de mi corazón.
La roca, el milagro, el rey bravo
y una voz de tenor que sale de un chigre,
que vuelve a la niebla
que llena el oído de amable estupor;
nos susurran a gritos,
nos vocean con suspiros y
de cualquier modo
nos hacen suyos así
poco a poco.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Die Nacht von Helsinki

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No te oí llegar y aquí estás, llamando a la puerta insistentemente, como ese aire y ese color agresivo de las tardes de otoño que parece cubrir de cartulina negra la última bombilla de la casa. ¿Y si no te oí llegar, y si sí te esperaba, y si sí te vi por la ventana y decidí esperar a los golpes sordos de la puerta para levantarme corriendo y abrir despacito, mientras sonreía? Y tras la puerta te encuentro empapado, sereno, ni rastro de la insistencia que me hizo abandonar de pronto la vista desde la ventana, ni un ápice del frío que se veía al otro lado del cristal, donde los edificios temblaban sacudidos por el aire gélido y enfurecido de los últimos días en Helsinki. En su lugar cruzaba la puerta una inesperada calidez del sur de Europa que, con su voz desvelada y una guitarra temblorosa, buscaba luz cuando la noche caía, y una mano que sostuviera su estrepitoso deambular por la ciudad desconocida. Un poco de chocolate caliente, puertas y ventanas cerradas a la inclemencia del temporal, silencio a escena y una conversación para aclarar la garganta..., y ahora sí -como quien vuelve a ver a alguien después de mucho tiempo- el artista abraza la guitarra, esta vez arropado por la mirada de mis ojos que le envuelven como al mejor de los regalos. Y una y otra nota, y tres y seis, y catorce notas que se apresuran y se repiten como si tuvieran prisa por hacer cosquillas a esa cajita de madera, como si fueran niños con ganas de lucirse... Y así mientras amanece, entre nota y nota, imágenes que vienen y van, que pasan de puntillas por mi cabeza y obligan a mis labios a esbozar una sonrisa. Coloreo tu imagen de turista sorprendido por la lluvia y la nieve, me alegro de verte y sonrío por ello, "te tengo, no te vayas" -tarareo para mí-, y me agarro tan fuerte a tu mano que no nos damos cuenta de que hemos pasado la noche en vela y de que ha sido el día más largo a esta parte de Europa, pero también de que el gesto más sencillo y más sentido encierra el más esencial e imborrable de los significados.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Una reflexión que me dijo un día una amiga cuando Victor Hugo le prestó las palabras, y que ha venido ahora a mi mente:

"El futuro tiene muchos nombres: para los débiles es lo inalcanzable, para los temerosos lo desconocido y para los valientes, la oportunidad"


En fin, me pareció muy interesante... ¿Qué opináis? No van a ser siempre poesías en alemán... jajaja

domingo, 2 de septiembre de 2007

Eichendorff

Und hier kommt ein Gedicht von Joseph F. von Eichendorff, das ich zum ersten Mal schon lange her gehört habe (vielleicht sogar mehr als fünf oder sechs Jahren!) und an der ich mir aus irgendeinen Gründ erinnert habe... Obwohl es lohnt sich, denn Sinn oder die Bedeutung zu kennen, es ist so poetisch, dass nur beim Lesen kann es auch geniesst werden... Viel Spass damit!


Es war, als hätt' der Himmel
Die Erde still geküßt,
Daß sie im Blütenschimmer
Von ihm nun träumen müßt'.

Die Luft ging durch die Felder,
Die Ähren wogten sacht,
Es rauschten leis die Wälder,
So sternklar war die Nacht.

Und meine Seele spannte
Weit ihre Flügel aus,
Flog durch die stillen Lande,
Als flöge sie nach Haus.

miércoles, 29 de agosto de 2007

London, Londra, Londres

¡¡¡¡Por fin!!!! Lo sé, hace ya más de un mes que fui a Londres por primera vez y aún no he escrito sobre ello... shame on me. El caso es que como he hecho unas 4 ó 5 visitas "fugaces" a la city, pensaba un poco reunir mis experiencias para hacer más rico el comentario. El problema es que dado el tiempo que ha pasado, los detalles se han mezclado un poco con mi día a día desde entonces, por lo que tendré que escribir algo un poco a grandes rasgos. Bueeeeno, ya sé que muchos leéis y pocos comentáis (ais aisss, esa timidez...) pero os cuento igualmente y pese a que en persona ampliaré detalles, como es lógico.

A hora y poco de Cambridge Station, el primer lugar que vi de Londres fue la estación de tren de Liverpool Street (bastante llena de gente y con muchas tiendecitas, pero en ese plan donde esté Príncipe Pío...), y la primera persona a la que vi fue Alberto , que me esperaba con una cookie debajo de las pantallas de arrivals y departures (todos sabemos que diez minutos de espera en una estación con bakeries cerca es un peligro). De ahí, lo primero fue ir a por el libro gordo de Petete (uséase, a guide to England) y justo después rumbo a la Tower of London y el Tower Bridge en pleno día lluvioso, típicamente inglés. Pudimos ver la torre por dentro: el palacio donde vivió Henry VIII, la capilla donde está enterrado Sto. Tomás Moro, entre otros, el foso, las cuervos que custodian el lugar... y lo mejor fueron los comentarios del Yeoman Guard, un hombrecito con gorro y elegantemente vestido de rojo-cortina-terciopelo (todo uno) con el emblema de la reina Elizabeth II y que se dedica a hacer del tour todo un espectáculo digno del club de la comedia, ¡merece la pena! (sobre todo si a alguien le suena el móvil...jejeje) Después de esto y de sufrir las incidencias reglamentarias del metro de Londres en fin de semana (engineering works all over...), logramos llegar a nuestros destinos: el de Alberto ir a trabajar al Café Nero (esto es publicidad subliminal, ¿eh? os lo digo en confianza, jajaja) y el mío encontrarme con mi amiga Ana en Westminster, donde aproveché para ver el Big Ben y las Houses of Parliament, la abadía de Westminster y la catedral de Westminster al final de la calle Victoria. La catedral me impresionó porque no me esperaba algo de estilo ítalo-bizantino, como tan mediterráneo, en medio de una ciudad tan impasible como es London... Y de allí a -esta vez sí- lo más puramente inglés a ojos extranjeros: el Buckingham Palace, con los consabidos jardines/parques que lo rodean: el Green Park y el St James' Park, ambos alucinantes como todo lo verde en Inglaterra. De vuelta a Cambridge en el autobús con Ana, pudimos ver los "guettos" de la ciudad, donde nada tiene que ver con la sofisticación y el lado más in de la capital.
Mi segunda visita a Londres fue para ver a mi hermano, que ya volvía para Madrid de su estancia de un mes en Gales. El hecho de que hubiera estado contrarrestando las horas de estudio (fue a hacer un curso) con la parranda, sumado a que iba con un amigo y que conocieron a otros tantos allí (parranda al cubo) hizo que me topara con una versión "ahorro de energía" de mi hermano, por lo que mucho turismo no hicimos, más allá de Oxford Street y Camden Market: lo primero fue muy convencional, nada que no encuentres en cualquier ciudad grande, ya que es una calle con muchas tiendas; lo segundo me alegré de verlo, porque es un "mercadillo" tan cutre que me dio la total convicción de que las próximas veces que fuera a Londres me ahorraría visitar esa parte. Y así transcurrió el día, tranquilo y en compañía de tres españoles hartos de lo british, extasiados y con ganas de volver a España a brazos de la comida de la mamma (ais...)
Volví a Liverpool Street de nuevo con mi amiga Maider un domingo soleado, ¡qué ilusión ver caras conocidas en otro país! y decidimos andar hasta la torre de Londres (creo...) pasando por toda la zona financiera y con el mapita en la mano. En no sé qué calle, pero a la altura de un número ciento cuarenta y pico, la lluvia decidió sorprendernos... sin paraguas (oops!), pero bueno, un poco de aventura (yujuuuu): nos mojamos un poquito, cruzamos en rojo por las prisas (error: volví a nacer porque allí además conducen por el lado izquierdo y nunca sabes por dónde vienen)... y entre una cosa y otra volvió a salir el sol y el día nos cundió como para ver Covent Garden, Harrods, el Soho (un Chueca londinense con el único encanto de una pastelería artística supertentadora o una "tienda de masajes express" en plan pop in and sit down for a 10- minutes massage y una bombonería increíble (La Maison du Chocolat) a cuya especialidad en chocolate negro no me pude resistir. Poco después de que Maider inmortalizara el momento en que posaba con mis chocolatitos en el escaparate (momento en el que un italiano se unió espontáneamente a la foto) pasamos al China Town, que consiste en un par de calles tomadas por tiendas, negocios y viviendas chinas cercadas por puertas como las que vemos en la tele (con su tejadito rojo, sus dragones...); aquí fuimos nosotras quienes nos acoplamos a unas niñas chinas junto a un escaparate de pollos que por alguna extraña razón nos llamó la atención (Maider, aquí es cuando tú dejas un comentario explicándolo, jajajaja) Vimos también Leicester Square (mmmm.... Ben & Jerry's chocolate waffle! ;) ) y Picadilly Circus, y aquí se acabó nuestra expedición del día, ¡que fue genial!
Con la visita de mis padres hace unas dos semanas, Londres volvió a ser referencia turística hasta el punto de que fuimos dos días, y vimos de todo un poco, lo que incluye todo lo anterior (en este punto ya podía hacer yo de guía) sumado al Portobello Road Market (una monada), el Regent's Park (una auténtica preciosidad), la orilla del Támesis que está frente a la Tower of London... No entramos a ningún museo por falta de tiempo y necesidad de priorizar, pero suplí esta carencia yendo este lunes al British Museum y ver algunas de sus maravillas tipo el Partenón, el monumento a las Nereidas, las momias egipcias, la piedra Rosetta, las cariátides... lo malo es que para ver ese museo necesitas 7 días y una audioguía que te amenice con chistes de Eugenio, porque sino acabas saturadísima.
Y bueno... esto es todo, diría yo. No sé si me dejo alguna cosa esencial pero siempre podéis sugerirme algo para que lo comente. El caso es que por fin he escrito sobre la famosa ciudad, de la que saco la conclusión de ser una ciudad con mucho que ofrecer y mucho tiempo que dedicarle. Merece mucho la pena pateársela. La recomiendo pero para ir con zapato cómodo, especialmente si queréis perderos el metro (yo lo haría) y pasear por el Londres auténtico :)

jueves, 23 de agosto de 2007

... and I miss you



Andar y andar y perder las calles de vista... Y no encontrar la estación no por la ceguera de la noche, sino por una mirada, por la de siempre (porque siempre ha estado ahí, sin yo saberlo) y por la de ese momento que se escurre de las manos. Sin ti ya no existe ni esa noche ni ninguna, ni ninguna mañana, qué más dan los tiempos concretos si tú te pierdes en la indeterminación de un día ilimitado, eterno por los ratos que desapareces e insignificante por el sinsabor de una ausencia siquiera provisional. Claro que se me rompe la mañana... se parte en dos cuando la cruzas sigilosamente desde la distancia; como cae también la tarde, estrepitosa, para recordarme la nostalgia que te tengo. Tan natural y evidente como quien tararea una canción o silba despreocupado, mi cabeza y mi corazón me cosquillean con un I miss you, con un I miss you a lot que nunca significó tanto y que ahora significa todo y me emborracha el día de ti. Cuando la claridad no logra despertarme algo me dice que hay otro día esperándome para cubrirlo de tu recuerdo y de tu anhelo, y donde el sol no alcanza llegas tú, para cambiar las sombras en luces de neón que me atraviesan para arrancarme una sonrisa imborrable que lleva tu nombre. Hay un Madrid que se queda, un Madrid que se va, un Madrid que no existe y un Madrid que no está, decían... el mío es el que se queda pero se me fue, el que existe en todas partes pero no está aquí, el Madrid que añoro y me parece lejanísimo pero muy cercano, acercándose paso a paso, borrándome la terrible soledad de tener a todos sin ti y a todo sin tus cosas. Permiso para no poder evitar todo esto... permiso para no perderte. Permiso para no cerrar los ojos... permiso para quererte.

martes, 21 de agosto de 2007

Acerca de "la yegua"...

El l7 de agosto publiqué en este blog un escrito de hace unos años titulado "la yegua", algo que escribí en medio de un mar de temas instrumentales que hicieron que las imágenes que ahora leéis fueran y vinieran a mi cabeza en forma de una prosa de lo que en literatura se llama stream of consciousness, de palabras y pensamientos que aparecen de repente como chispas, como luciérnagas en medio de un camino lleno de sombras centenarias.

Las interpretaciones de quienes se atrevieron a dar su visión al respecto hablaban de libertad, sueño y muerte, y me fue comentada también la idea de perder la inocencia, la sonrisa, la juventud del alma. La verdad es que siempre me parece muy interesante ver cómo de un mismo texto se pueden obtener interpretaciones tan diferentes, y me alegra saber que cada uno tenemos un universo de imaginación en la cabeza, de manera que unos y otros detalles, iguales en apariencia, toman una u otra dirección cuando añadimos nuestros ingredientes personales.

En fin... lo cierto es que aun así, todas estas interpretaciones tienen algo que ver, todas son ciertas en parte, porque son caras de una misma moneda en algún sentido. Esto quizá pueda quedar más claro cuando diga que el tema de este pequeño relato es en realidad la distancia. Libertad, sueño, muerte, renuncia... todo es poner tierra de por medio, todo implica una cierta desvinculación de algún lugar o estado, físico o psicológico, temporal o definitivo. Por diversas razones, para mí música y distancia tienen una relación tensa y a la vez mutuamente vinculante, de modo que el texto fue el resultado directo de cómo la buena música puede llevar a una muy, muy lejos.... o muy cerca, de cómo la imaginación se deja seducir por la realidad. No considero mi blog como un diario, aunque evidentemente tenga tintes de mi vida y de mí misma en ocasiones..., con esto intento aclarar más bien rasgos literarios que autobiográficos, y diré que yo lo leo teniendo en cuenta que (sí) como en un sueño y (sí) en busca de cierta libertad que nos redima del dolor de la distancia, usándola para (sí) intentar rebelarnos contra la evidencia del tiempo, que nos persigue a todos como un niño sin amigos.

Leed pensando en la distancia, en cómo la música supone un camino de ida y de vuelta, y en cómo es la yegua la que pone las pausas, los puntos y aparte... pero sin olvidar que muchas veces no es ella quien tiene la última palabra.