En esos días, mirando a Santa
María, le diría seguramente los últimos versos de su poema:
"Me fui lejos, muy lejos. Pero aún arde
tu amor como una lámpara en mi vida. (...)
Y nunca, nunca. Emperatriz celeste,
podré olvidar la luz de tu mirada,
que llevaré, como una estrella, en este,
mi enamorado corazón, clavada."
Gracias, Albert :)
miércoles, 1 de abril de 2009
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