sábado, 7 de julio de 2007

El día de Stuart

¿Cuántas cosas hay ahí fuera que no reflejamos en un papel?¿Cuántas hay en las que ni siquiera nos detenemos a mirar? Es muy posible que éstas sean muchas más de las que imaginamos, y de las que nos gustaría imaginar. No tan inconscientemente cerramos los ojos a la realidad que se nos viene encima, pretendemos unirnos a ella, pero sin prestarla mayor atención que al asfalto que pisamos cuando nos dirigimos a los innumerables destinos que no siempre estamos seguros de acatar. ¿No son muchas las cosas que queremos despreciar?¿No son quizá demasiadas las que pasan por nuestros ojos sin que nos tomemos siquiera la molestia de dedicarles al menos un minuto?¡Qué digo, tan sólo medio minuto! Pero no... Es posible que esté sobreestimando el valor de todos esos detalles que nos pasan desapercibidos, ¿no crees?- tal era el discurso del Sr. Stuart, quien, mientras miraba con sus ojos cansados a su buen amigo Scott, daba innumerables vueltas al bastón que había dejado apoyado sobre el sillón de mimbre. El tiempo era realmente agradable, ¿por qué no iba a serlo? Era una mañana fresca pero soleada, que se reflejaba levemente en cada brizna de hierba del jardín, tan cuidada y minuciosamente decorado como siempre.
-¿No dices nada, querido amigo? Te veo muy triste, ¿a qué se deben esos ojos llorones? ¿O es que siempre los has tenido así? Perdóname, amigo, perdóname si yo también he caído en la trampa del desinterés. Siempre me ha parecido que mirar a mi alrededor era una pérdida de tiempo... pero hoy me he levantado con ánimo para criticar esta actitud, si me lo permites.- continuaba hablando el Sr. Stuart- ¿Scott? Oh, espero que mi repentina actitud no te moleste demasiado, no me gustaría estropearte esta mañana tan prometedora... pero quisiera comunicarte lo mucho que aprecio hoy las cosas... Hoy todo tiene color, pero, ¿cómo puede ser? Juraría que ayer, el lunes, la semana pasada, y me temo que toda mi vida, esta mañana había ...estado escondida... Es curioso, pero parece que hubiera llovido esta noche y hubiera quedado tras el chaparrón un plácido frescor y un arcoiris francamente envolvente, ¿no te parece? ¿Scott? Querido amigo, insisto en que me cuentes la razón de esos ojos tan tristes, ¿quién más que yo, un viejo iluminado por un rayo de optimismo, podría consolarte?
El monólogo continuaba, y Scott seguía con ese aire cansado, tristón, quizá indiferente... lo que contrastaba en gran medida con el entusiasmo de Stuart, que mareaba el bastón débilmente a la vez que alababa todo lo que el día iba ofreciendo.
-Scott... Scott, no te culpo de aburrir estas divagaciones seniles, pero presta atención por un sólo minuto a esta tarde que se acerca ¿cómo crees que pueda ser posible que la luz del sol se apague? ¡Si es realmente cegadora! ¿No te preguntas a veces qué habrá detrás de todo esto? ¿No? ¿Ni siquiera te inmutas ante este misterio? Amigo, hoy sólo puedo agradecerte que me escuches... lo cual no es poco, créeme, y tu compañía me hace pensar que no estoy del todo solo, al fin y al cabo. Pero me da la sensación de que tú tampoco te habías parado a pensar sobre la belleza de este peculiar escenario, ¿me equivoco?
Las ramas de aquellos almendros rosas se iluminaban ahora con una luz intensa, amarillenta, que ya había perdido el mate del sol tempranero, y los pájaros descansaban todavía sobre ellas sin la menor intención de ir a emprender el vuelo en un largo rato. Ese largo rato, sin embargo, no lo había aprovechado Stuart para tales menesteres, necesarios, pero inútiles a sus ojos en ese día en el que había que captar cada movimiento, cada destello, cada suspiro que se produjera en el radio que sus sentidos podían abarcar. Era un día realmente especial para Stuart, un día en el que todo parecía haber sido puesto para ser observado detenidamente, para respirar todo el aire que cupiera en sus pulmones, para abrir sus ojos y no dejar escapar ni siquiera el vuelo de una de las muchas mariposas que revoloteaban sobre las margaritas que tapizaban la rocaya.
¡Un día así no se ve muy a menudo por aquí!, ¿No te parece? oh, pero, ¿cómo no me he dado cuenta antes de que es esto lo que realmente he querido hacer toda mi vida? Yo no quería haber trabajado en la imprenta toda mi vida, Scott, no he hecho más que ver cómo cientos, miles, millones de letras pasaban por mis manos, sin yo echarles un vistazo siquiera, ¡un vistazo! Pero, ¿a qué he dedicado toda mi vida? he desperdiciado mi juventud, quizá mi vida entera, pensando que hacía algo útil en la vida. Pero dime, ¿para quién ha sido útil mi labor? ¿Para todos los lectores que han podido leer unas cuantas hojas bien encuadernadas gracias a mí? Oh, no... creo que estaba equivocado, en realidad, hay mucha más literatura aquí fuera, ¿no lo ves? Es tal la literatura de este espectáculo que ni siquiera podría ponerse en palabras, es una palabra que perdería su sentido si fuera pronunciada, un arte tan puro..., es una letra que no se entiende con la cabeza, sino con el corazón, ¿y qué he hecho yo con mi corazón, Scott? ¿Qué he hecho yo? Lo he perdido... quizá no todo, también he amado mucho, pero sí creo que, aunque nunca se ama lo suficiente, he debido mirar al exterior, no del resto del mundo, sino de mí mismo, simplemente saber a qué pertenezco, saber que este atardecer no es producto del azar, sino causa de la escasa felicidad de la gente. Sí, Scott, es escasa... ¿sabes por qué? Porque no todos tienen días tan profundos como el que estoy teniendo yo hoy, porque el ruido se alaba y los ríos más profundos son los más silenciosos... porque sus ojos, los ojos de sus almas, están completamente cerrados, y porque a la gente no le fascina la buena literatura.- Stuart siguió hablando durante largo tiempo y, cuando ya casi anochecía, hizo una pausa- ¿Me sigues, Scott? ¡Oh! me alegro tanto de que puedas estar hoy aquí conmigo...eres realmente un gran amigo, callado, eso sí, pero ejemplar. Te confieso que me da mucha lástima que no puedas contemplar las montañas que se alzan allá junto a la costa, ni pasear con los pies descalzos por la playa, ni tararear una pieza de piano con los ojos cerrados, de bruces al sol sobre la hierba mojada... me gustaría que pudieras salpicarte la cara con el agua limpia y fresca de las fuentes y que pudieras disfrutar de un paseo entre algún campo lleno de flores... ¿de verdad no te gustaría? Incluso si fueras como hoy he logrado ser yo, estarías dispuesto a abrazar con fuerza, a aprender que las sonrisas son realmente quienes mueven al mundo, a condenar las guerras, a fomentar la paz, y aprenderías con todo esto que la concordia hace crecer las cosas pequeñas, y que la discordia acaba con las grandes. Pero esto, querido amigo, esto, lamentablemente te lo vas a perder...
Stuart, puesto que ya se había cerrado la noche, dejó de hacer girar el bastón y se levantó, no sin poco esfuerzo, a encender un pequeño farol que se encontraba en una mesa cercana. Mientras volvía lentamente al sillón de mimbre donde había permanecido todo el día, el viejo intentaba mirar a las estrellas, mientras la luz de la luna se reflejaba en sus gafas.
-¿Hace cuánto que no vemos una luna tan radiante, Scott? ¿No fue cuando conocí a Dorothy?¡Ella sí que fue la chispa de mi vida! Quizá fue la única por la que no puedo decir que he desperdiciado del todo mi corazón, pero, ahora está tan lejos... Pero quiero pensar que una de esas estrellas sólo me mira a mí. Mira, Scott, mira la hierba iluminada, ¡siempre he creído que la noche era tiempo de dormir! Pero ahora veo que no, que este sillón de mimbre habrá de soportarme día y noche, bajo las nubes y bajo las estrellas, aún lloviendo e incluso si tú decidieras que no querías estar más tiempo aquí conmigo, Scott, incluso si tú fueras así de desalmado, igualmente continuaría aquí girando mi bastón y dejándome en manos de este milagro que permanece ignorado por el resto del mundo, yo miraría este magnífico cuadro tantas veces como brillantes estrellas hay en el cielo, y con tanta expectación... tanto asombro... pero sin confusión, porque no dudaría de que estaría haciendo lo correcto, porque estaría ejerciendo de veras mi vocación, mi pasión por la literatura...
Según iba hablando y volviendo a su asiento, Stuart se desplomó de repente y quedó mirando al cielo, mientras Scott se dirigía con pesar hacia él, dejando arrastrar sus largas orejas marrones por el suelo hasta llegar hasta Stuart, en cuya cara se dibujaba una leve sonrisa a través de la cual despedía unas últimas palabras, mientras su bastón yacía en el césped, ya para siempre, y sus ojos se cerraban tras las gafas iluminadas por la luz de la luna, y Scott se acurrucaba junto a su pecho, mientras él decía:
-Antes he amado, pero hoy... sólo hoy he vivido de veras.




Madrid,2002

3 comentarios:

Unknown dijo...

Todo muy interesante... pero contá algo de tu nueva vida nena !

Zerepica_n dijo...

Hola Cris, se te hecha de menos por aquí. Tienes que escribir más en tu blog. Yo te he hecho caso y he empezado el mío. Salu2:

Manu_.

Cristina Sánchez dijo...

:) Es cierto, tengo que organizarme y dejar un ratito del dia para escribir cositas y poneros al dia (aunque a veces no habra acentos y demas, por eso del teclado ingles, jeje) Un abrazo muy fuerte, y por aqui si que os echo yo de menos!!!