martes, 5 de junio de 2007

San Petersburgo


La calle por la que solíamos pasar estaba llena, creo que nunca la he visto tan llena, aunque quizás es porque hace mucho tiempo que no vengo a esta ciudad. Pero me encanta... Me encanta cómo la gente camina tranquilamente y cómo parece que no les importa el resto del mundo, aunque en realidad sea precisamente que están demasiado concentrados en ello. No me gustan las aceras, por cómo las tratamos, pisándolas como a prisioneros de guerra, por unos y por otros. Y la gente, en general, está contenta, porque parece que se siente protegida en esta masa de cuerpos que se balancean irremisiblemente. Cada vez que doy un paso adelante me parece que estoy más cerca de mi destino, pero a la vez creo que alguien me ha llevado a él, “¡ha sido la corriente!” digo para mí mismo, pero como no estoy seguro, y creo que no quiero estarlo, sigo dando pasos hacia delante, porque al fin y al cabo todos lo hacemos y a nadie parece irle mal, ¿no? ¡qué curiosa es esta ciudad! Porque aunque me gusta, parece que va a oscurecer de repente y me voy a quedar solo, espantado por la inmensidad de las calles y asustado por la ausencia de gente que hay a mi alrededor. ¿Dónde estáis todos? ¿Dónde habéis ido? Aparentemente nadie me ha informado de esta estampida y no he podido unirme a ella, así que he decidido coger la primera calle a la izquierda y seguir recto. Total, es lo que he hecho toda mi vida: tirar para la izquierda y seguir recto, porque en esta ciudad, además, no hay muchas calles del lado derecho, y a las pocas que hay nadie se atreve a ir porque se dice que nunca sales de ellas. Pero entonces –me pregunto yo-, ¿no vive nadie allí? Pues supongo que no, o todos esos edificios están vacíos o viven en el mismo infierno. Conocí… ¡no! Tú me contaste que una persona se perdió y se dirigió a una de esas estrechas vías, pero no volvió nunca; se dice que allí le torturaban hasta matarle, o que le fusilaban… no sé, no me acuerdo ya. Ten en cuenta que hace por lo menos… ¡qué sé yo! Unos cincuenta años, aunque esta ciudad no ha cambiado demasiado: más gente, faldas más cortas, ningún tirante, menos soldados por las calles y el mismo vodka de siempre, igual de ardiente y con el mismo efecto amnésico, que esconde los miedos en el fondo del saco. Hace diez minutos que me he cruzado con un grupo de antiguos bolcheviques borrachos, y pensando en los viejos tiempos me he desviado por una de esas calles de la derecha. Se acabó. Ya nunca más podré escribirte desde San Petersburgo. (Madrid, 17.2.2002)

4 comentarios:

Mónica Armiño dijo...

Este relato me lo mandaste hace algunos años, ¿verdad?. Me ha hecho ilusión volverlo a ver, y aún más el poder leer por fin un post de tu blog, que últimamente sólo escribes en otros idiomas...

Cristina Sánchez dijo...

¡Exacto!Ya es muy antiguo, y tiene algo de especial para mí. Me alegra mucho saber que te acuerdas, y recordar además cuántas cosas se comparten para al final ver, como dice Drexler, que "todo se transforma" :) A mí también me hace mucha ilusión. Gracias

Soledad dijo...

¿Lo escribiste tú?
Sentí cada descripción como si lo hubiese estado viviendo... hay veces en que también me siento así en mi propia ciudad...

Gracias por las palabras que dejaste en mi blog y por hacerme sentir que no soy la única que busca la forma de acercarse más a Dios.

Un abrazo desde Chile,
Soledad.

PD: Drexler es un genio, acaba de pasar por mi país hace poco, ahí estaba yo, en tercera fila cantando todas sus canciones. =)

Cristina Sánchez dijo...

Hola Sole, qué alegría ver tu comentario por aquí, gracias. Efectivamente, lo escribí yo hace ya 5 años, ¡cómo pasa el tiempo! 17 añitos y no me preguntes cómo me dio por escribir sobre esta curiosa ciudad... Lo cierto es que es una pena que siga pudiendo ser metáfora de tantas y tantas ciudades a lo largo y ancho del mundo. Afortunadamente no son todo sombras, siempre hay Quien nos echa un cable después de todo, Dios aprieta pero no ahoga :) Y mientras tanto, tenemos a Drexler para calmar las posibles penas que vayan apareciendo :D

Un abrazo muy fuerte a Chile desde España.