miércoles, 9 de mayo de 2007

El mirador

Al abrir los ojos me sentí abrazada a un enorme violoncelo de oro, tan grande, tan silencioso… parecía estar escuchando el sonido de las olas, o incluso el sonido del rocío al caer sobre los cristales. Sigilosamente avanzando hacia el mirador y atravesada por la brisa del madrugar, apoyé las manos suavemente sobre la barandilla y cerré los ojos. Entonces escuché----------, escuché largamente y entonces sentí cómo una comisura de mis labios hacía llevar una leve sonrisa a mi boca. Efectivamente, el mar golpeaba furioso a sus hijas contra las rocas, y el rocío hacía que las suyas se posaran delicadamente en cada flor. Pero el violoncelo no se había dado cuenta de que sus notas, adormecidas, guiaban el compás de la espuma, hacían resonar la ligera lluvia junto al mirador, todo a un mismo tiempo, todo calculado… Y en ese instante, cuando la orquesta me sedujo, suspiré aliviada y empecé a desperezarme, mientras el violoncelo me susurraba: “vale más una ilusión dormida que cinco sentidos despiertos”

A long, long time ago I can still remember how that music used to make me smile...

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