Esto lo escribí hace unos cinco años para dárselo a la que sin duda será una de las personas más buenas que habré conocido en mi vida, y que lamentablemente se fue cosa de un año después de esto, para dejarme a ratos la vida sin música. Sus ojos lo decían todo, porque su bondad no escapaba a la evidencia. Por lo que sigo acordándome, aquí va un poquito de aquéllo que él guardó en su cajón pero que aun así se llevó consigo, llorando como un niño...
Era un caballero de traje y corbata. Los surcos de su cara se me figuraban algunos de los muchos caminos tortuosos por los que tuvo que pasar, tácito, sosegado, templado como cuando los girasoles se vuelven delicadamente hacia el gran astro que les espera radiante. Y sin que se oyera siquiera un gemido ahogado, un suspiro, una palabra de consuelo… Mientras hablaba, sentado en aquella cama de hospital, intentaba hacerme a la idea de que mis ojos tienen algo de los suyos, de que yo le he robado un poquito de la sangre que lleva en sus venas, pero que estoy orgullosa de ello.
Y aquellos ojos llorosos, verde aceituna, me animaban a intentar adivinar cómo fue su vida antes de que todo cambiase, cómo cambió con los tiempos, qué le hizo tomar sus decisiones, cómo se fue haciendo él, poco a poco… en un tiempo en que su cincel, ágil y raudo por la tabla, buscaba alguna flor, una guirnalda… oropeles que no sólo quedarían ebanados en la madera, sino también en el recuerdo futuro de un hombre manso que se mantuvo en el filo de un naufragio pero que consiguió mantener la esperanza a flote.
Seguía hablando… parecían recuerdos oscuros en el fondo de un túnel, que bien podrían ser inalcanzables, desconocidos para siempre, pero que a la vez parecían ser rescatados de ese baúl rojo lleno de recuerdos y experiencias, que sólo puede abrirse con la llave correcta. Y yo escuchaba, iba buscándole mientras me preguntaba a mí misma qué fue del donaire de aquel rostro, por qué se lo llevó el recuerdo… Y aún me pregunto si se llevó algo más con él, si yo en realidad estoy conociendo a la misma persona que estuvo en ese taller hace tantos años, y si a quien conozco ahora es una sombra, o es quizá una caja de sorpresas…
-Sí, soy yo- dijo, y sonrió.
miércoles, 15 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Hola Cristina, sigo vivo. Me ha gustado el post. Salu2
Acabo de entrar en tu blog y casi me da un vuelco el corazon al leer esto, por qué? te preguntaras...ademas de la tristeza que inunda estas palabras, pero son muy bonitas...hace 4 años también se fue de mi vida un chico que tenia por nombre Eduardo..
Es increíble como aparentemente y a traves de blogs, te das cuenta que hay personas que viven y sufren cosas que tambien han llegado a suceder en tu vida
Me gusto pasarme por aqui
Te seguire leyendo, CRIS
UN beso
Acabo de entrar en tu blog y casi me da un vuelco el corazon al leer esto, por qué? te preguntaras...ademas de la tristeza que inunda estas palabras, pero son muy bonitas...hace 4 años también se fue de mi vida un chico que tenia por nombre Eduardo..
Es increíble como aparentemente y a traves de blogs, te das cuenta que hay personas que viven y sufren cosas que tambien han llegado a suceder en tu vida
Me gusto pasarme por aqui
Te seguire leyendo, CRIS
UN beso
Publicar un comentario